En la historia de la poesía europea Holderling es una figura inconfundible y única. Es sin duda uno de los poetas que en estos últimos dos siglos ha escrito los versos más grávidos de sombría grandeza, para expresar aquella instancia donde lo Infinito se cruza con la senda -por ello mis trágica- del hombre. Poesía casi inaccesible como no sea por vía de la unción absoluta, de la comprensión de las fuerzas que en este poeta desencadenan, en sus comienzos, una luminosa energía de luz de alba para epilogar, al fin, en las tinieblas de la locura. Mundo extraño, presencia de un lenguaje no previsto por los artificios de nuestro gusto, la lírica de Holderling se levanta desde la mónada terrenal, solitaria, a una cumbre sobrehumana, no aspirando a la disolución u olvido del mundo, sino indagando las vías por donde se manifiesta el destino espiritual del hombre.
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